martes, 1 de mayo de 2007

Trabajadores y trabajadoras



Buen día para empezar a escribir a mi "bola" He leido que tan solo algo menos de la mitad de los españoles y españolas somos internautas... vaya palo. Estoy acostumbrada a pertenecer a las minorías de todo tipo. De género, de número de propiedades, y ahora de enredad@s. No se si pertenecer al primer mundo es un consuelo... no lo tengo claro. Porque despertarme con el Francino hablandome de cayucos... me hace daño.
El caso es que hoy estoy en casa, utilizando la hifi de mi vecino, desde mi nuevo portatil (telefonica me maltrata aunque pago tarifa plana...) y escribiendo en la red. No se muy bien si para alguien que no sea yo misma... pero bueno, están bien estos espacios para el deshaogo...
Y estoy en casa porque hoy es el día del trabajador, tal vez deberia estar en la manifestación, pero mi gizon es antidisturbios, o sea es antiglobalizaciones diversas y estoy cansada de ir sola a los eventos donde intento dejar clara mi ideología.
En estos tiempos que corren... estoy cansada un poco del desinterés y otro poco del abandono. Pero sobre todo estoy hasta el gorro del endurecimiento que vamos acopiando. Y si me pongo blandita es peor... Musu bat

Empezando a delirar

El mejor modo de iniciar el delirio es con un loco de un lúcido poeta.

UN LOCO de Antonio Machado

Es una tarde mustia y desabrida
de un otoño sin frutos, en la tierra
estéril y raída
donde la sombra de un centauro yerra.
Por un camino en la árida llanura,
entre álamos marchitos,
a solas con su sombra y su locura,
va el loco hablando a gritos.
Lejos se ven sombríos estepares,
colinas con malezas y cambrones,
y ruinas de viejos encinares
coronando los agrios serrijones.
El loco vocifera
a solas con su sombra y su quimera.
Es horrible y grotesca su figura;
flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,
ojos de calentura
iluminan su rostro demacrado.
Huye de la ciudad... Pobres maldades,
misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos, y ruindades
de ociosos mercaderes.
Por los campos de Dios el loco avanza.
Tras la tierra esquelética y sequiza
—rojo de herrumbre y pardo de ceniza—
hay un sueño de lirio en lontananza.
Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano!
—¡carne triste y espíritu villano!—.
No fue por una trágica amargura
esta alma errante desgajada y rota;
purga un pecado ajeno: la cordura,
la terrible cordura del idiota.